¿Qué piensan las personas
sobre la sexualidad?
¿Cómo afrontan la
educación sexual de los hijos, los padres de familia?
Para responder estas interrogantes, con
micrófono en mano, fuimos por las calles preguntando a las personas sobre qué
pensaban sobre sexualidad y la educación sexual de sus hijos, y nos hemos
llevado sorpresas inesperadas al recibir las repuestas:
La primera sorpresa fue, que la
mayoría de las personas nos contestaban que la educación sexual es muy
importante y necesaria.
La segunda sorpresa fue, que una
gran parte de ellas nos decían que no suelen hablar con sus hijos/as de
cuestiones sexuales de la misma manera con que hablan de otros temas.
La tercera sorpresa fue, que trataron de
justificar esta situación con argumentos del tipo: "No se como
hacerlo", "No estoy preparado/a", "Me da mucha
vergüenza", "Me pongo nervioso/a" y otras razones similares.
La cuarta sorpresa, por señalar otra
más, fue que la gran mayoría nos afirmaba rotundamente: "No obstante no
quiero que mis hijos/as sean educados como yo lo fui" o "No queremos
que a ellos/as les pase lo que a nosotros nos pasó".
Entonces,
¿Cómo entender, atender y
resolver éstas contradicciones y ambigüedades de la población?
La respuesta es sumamente difícil y
complejo que requiere una apropiada investigación y sistematización.
A nuestro juicio, esas sorpresas constituyen una
realidad latente y preocupante de la sociedad entera. Para empezar hemos de
partir de algo que todos sabemos: la sexualidad, el sexo, las cuestiones
sexuales, han tenido un inadecuado tratamiento y escasa atención a lo largo de
la historia.
Esto del sexo y la sexualidad, no ha estado muy
bien visto en la historia reciente y sobre todo en nuestra sociedad. Basta
describir la historia personal de cada uno para darnos cuenta de que las cosas
no fueron muy satisfactorias.
Afortunadamente, desde hace algunos años
se están observando cambios importantes en este campo. El arraigo de la
Sexología como ciencia del hecho sexual humano, está dando paso a enfoques e
investigaciones muy rigurosos, dejando a un lado miedos infundados; con una
perspectiva más humana y real. Lógicamente cuesta cambiar actitudes, hábitos y
creencias, métodos y criterios educativos mantenidos e impuestos hasta ahora.
La sexualidad ya es entendida como una
dimensión global que afecta por entero a la totalidad del individuo; se
construye desde la fecundación y existe desde el nacimiento. Está implicada
activamente en la evolución y desarrollo del equilibrio emocional, en la
estabilidad afectiva de la persona. En fin, se trata de la inteligencia emocional
y sexual, que definitivamente marcan en las relaciones interpersonales, por
sobre todo, en las parejas y matrimonios.
Por tanto, separar la sexualidad del
resto de la personalidad, supone separar a la persona de su condición humana y
su realidad vivencial. Hasta hace pocos años la sexualidad era abordada
únicamente como algo que servía para reproducir la especie, sobre todo en las
mujeres. Los hombres podrían tener una consideración distinta, así como una
conducta de mayor permisividad. Esta doble moral es uno de los resultados de la
educación sexual impartida durante siglos.
Sin embargo, en la actualidad una nueva
concepción de la educación emocional y sexual va extendiéndose poco a poco
hacia una mayor normalidad. Las graves consecuencias que comportan una mala
formación sexual y las actitudes sexo negativas, por ejemplo en el caso del
sida, están haciendo que ese proceso se acelere.
En otros países ese proceso ya se ha
dado, de tal manera que, más que de prevención, ya se comienza a hablar de promoción
de la salud sexual. La educación sexual, además de prevenir diversos problemas
puede ser una forma útil y eficaz de promover una vida sexual sana que
contribuya a un mejor desarrollo personal, instaurar una mejor salud y de mayor
calidad en nuestros hijos, en nuestras familias y en la sociedad entera.
En suma, la educación sexual y la
sexualidad tiene que estar orientada hacia la formación de las personas en
conocimientos, capacidades, actitudes y valores que se manifiesten en una
relación responsable con el medio natural, en la comprensión del funcionamiento
y las transformaciones del organismo humano, basados en dos ejes principales:
- La educación de los niños para sostener el futuro de la sociedad.
- La reeducación de las familias para garantizar los frutos de la nueva educación con una escala de valores humanos que sean producto del amor sexual.
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